Acabo de ver Joker: Folie à Deux, y honestamente, no fue lo que imaginaba, pero eso no significa que no me impactara profundamente. Joaquin Phoenix vuelve a deslumbrar, tanto que probablemente lo veamos en la carrera por otro Oscar. Sin embargo, la película en sí misma es mucho más artística de lo que esperaba, con un enfoque complejo y fascinante sobre la mente humana.
“La locura compartida”, o folie à deux, es el concepto central de la película, y aunque tiene sus raíces en un trastorno psiquiátrico real, la narrativa va mucho más allá. La película está narrada desde la perspectiva de Arthur, lo que te mantiene constantemente cuestionando la realidad. La ambigüedad refuerza su desconexión del mundo, mientras nos sumergimos en su visión fragmentada de la vida .
El “trastorno psicótico compartido” es una rara condición en la que los delirios de una persona se transmiten a otra. Aquí, la relación entre Arthur y Harley Quinn (interpretada por Lady Gaga) representa ese contagio de ideas perturbadoras. Me pareció fascinante ver cómo la película retrata cómo las ideas, incluso las más peligrosas, pueden propagarse y amplificarse, especialmente en entornos vulnerables .
Lo que más me gustó de la película fue que, a diferencia de los típicos filmes de superhéroes, aquí “no pasa nada” en el sentido espectacular que muchos podrían esperar. En lugar de eso, se centra en la cruda realidad de una persona con problemas de salud mental y explora sus implicaciones de una manera muy poderosa. No soy un fanático del universo de DC, pero me pareció interesante conocer a este “Joker”. Tristemente, creo que hay muchas personas que, como Arthur Fleck, viven en situaciones similares y la película es un recordatorio sombrío de eso.
Además, Joker: Folie à Deux lanza una fuerte crítica a la forma en que la sociedad glorifica a grandes criminales. A lo largo de la película, vemos cómo Arthur se niega a ser el Joker que todos esperan. Sus seguidores se sienten decepcionados porque no cumple con la figura anárquica que imaginaban. Esta reacción puede verse como una metáfora de los espectadores que criticaron la película por no ofrecerles el tipo de Joker que querían .
Algo que me impactó fue la elección del tema musical para los créditos: una canción de Daniel Johnston, un artista que también luchó con problemas de salud mental. Johnston canalizó su lucha a través de la música, pero también fue consumido por ella. Este detalle me pareció un comentario sutil pero poderoso sobre la importancia de la salud mental y el respeto por aquellos que sufren estas condiciones.
La película es también una crítica al sensacionalismo mediático y a cómo explotamos la violencia y el caos para nuestras propias agendas. Arthur se convierte en el Joker no porque disfrute del caos, sino porque a través de ese personaje obtiene la atención que tanto anhela, sea positiva o negativa .
Finalmente, lo que más resuena es la “locura compartida”, no solo entre Arthur y Harley, sino entre Arthur y la sociedad en general. El Joker se convierte en una idea que crece demasiado para que Arthur la controle, lo que refleja cómo las figuras de violencia y caos pueden ser explotadas, glorificadas y mitificadas por una sociedad que disfruta del espectáculo más que de la verdad.
Joker: Folie à Deux no es solo una película, es una conversación profunda sobre la salud mental, la alienación social y cómo todos contribuimos, de alguna manera, a la creación de estos mitos oscuros. Sin duda, es una película que hay que ver, pero más por las preguntas que plantea que por las respuestas que ofrece.